sábado, 4 de junio de 2016

Portada

Universidad autónoma de Querétaro

Escuela de bachilleres plantel Norte


Tema:
EL PORFIRIATO

 Integrantes:
Martha Alejandra Huerta Camacho
Saraí Jiménez Rivera
Luz Adilene Naranjo Mireles
María del Carmen Ruíz García


Historia. Mtra. Fátima Santamaría 
  

“Educo en la verdad y en el honor” 



Biografía

Porfirio Diaz 

Nació el 15 de septiembre de 1830 en Oaxaca.

Hijo de José Díaz y Petronila Mori. Huérfano de padre a los tres años de edad.

Estudió durante cinco años en el Seminario oaxaqueño. En 1843 entró en el Instituto de Ciencias y Artes a la carrera de Leyes que no terminaría. Desde 1852 trabajó como zapatero y carpintero. En 1854 era bibliotecario en el Instituto donde estudió derecho.


En 1855 se produjo la revolución de Ayutla, en la que tomó las armas, uniéndose en la mixteca al general José María Herrera. Así inició su carrera militar, el 22 de diciembre de 1856 era capitán de infantería de la Guardia Nacional. Participó además en tres guerras: la Guerra Mexicano-estadounidense (1846-1848); la guerra civil (1858-1860) entre liberales y conservadores, llamada Guerra de la Reforma, en la que apoyó la causa liberal de Benito Juárez y la guerra patriótica(1863-1867) contra Maximiliano I, archiduque de Austria y emperador de México.

El 23 de enero de 1860 sufrió una derrota por parte de las fuerzas reaccionarias que obedecían a Cobos en el pueblo de Mitla. El 30 de enero de 1860 se le nombra Jefe de la Brigada de la Sierra, de la División de operaciones del Estado de Oaxaca. El 19 de abril del mismo año se recibe una mención honorífica por el asalto y toma de la manzana inmediata al Convento de la Concepción en Oaxaca. Durante la guerra de Reforma libró 12 batallas, fue herido de gravedad, creó una policía secreta, sufrió peritonitis, instaló una fábrica de municiones, se volvió experto en ataques súbitos y emboscadas.

En 1867 se casa con Delfina Ortega Díaz, su sobrina carnal, hija de su hermana Manuela, en ese matrimonio tiene a sus hijos Porfirio y Luz. No alcanzó la presidencia de México frente a Juárez en 1867, ni tampoco en 1871. Después de cada derrota encabezó infructuosas rebeliones militares, mediante las que pretendía alcanzar el poder. En el año 1876 protagonizó una prolongada serie de acciones militares y derrocó al presidente Sebastián Lerdo de Tejada, asumiendo la presidencia de la República. Según la Constitución Mexicana, no podía permanecer en la presidencia durante dos mandatos consecutivos por lo que tuvo que renunciar en 1880 aunque continuó en el gobierno como secretario de Fomento. Fue reelegido en 1884 y consiguió la aprobación de una enmienda a la Constitución que permitía la sucesión de mandatos presidenciales, permaneciendo en el poder hasta 1911.

Durante su mandato, la economía de México se estabilizó y el país experimentó un desarrollo económico sin precedentes: se invirtió capital extranjero en la explotación de los recursos mineros del país; la industria minera, la textil y otras experimentaron una gran expansión; se construyeron vías férreas y líneas telegráficas; y el comercio exterior aumentó. Por otra parte, los inversores extranjeros agotaron gran parte de la riqueza del país, casi todos los antiguos terrenos comunales (ejidos) de los indígenas pasaron a manos de un pequeño grupo de terratenientes, y se extendió la pobreza y el analfabetismo. Las manifestaciones del descontento social fueron reprimidas duramente hasta que se produjo la Revolución de 1911, encabezada por Francisco I. Madero. Fue obligado a dimitir y a abandonar el país.

El 2 de julio de 1915 a la edad de 84 años Porfirio Díaz falleció en París. Sus restos descansan en el cementerio de Montparnasse de esa ciudad.





La política durante el Porfiriato

La política durante el Porfiriato

Porfirio Díaz creó un sistema político para implementar la estabilidad y control político en el país. Algunos antecedentes de ese sistema se encuentran en los gobiernos de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, quienes tuvieron que fortalecer el poder ejecutivo más allá de lo que les permitía la Constitución de 1857, en una situación de lucha entre los propios liberales, divididos en facciones (lerdistas, porfiristas, juaristas e iglesistas).
Juárez había iniciado la negociación con algunos actores políticos, sin embargo, ni él ni Lerdo lograron crear un sistema político. Lo que caracteriza a Porfirio Díaz es la profundización y ampliación del procedimiento iniciado por Juárez: la negociación y la conciliación.
Los elementos del sistema político porfirista son los siguientes:

  • ·         la centralización del poder;
  • ·         el autoritarismo
  • ·         la conciliación con los grupos políticos y regionales;
  • ·         la represión en las situaciones de sedición y revuelta;
  • ·         El control sobre los medios y el sistema electoral.


Todo ello encaminado a lograr la estabilidad política, condición indispensable de lo que para Díaz era el objetivo fundamental de su programa de gobierno: el progreso económico.
El sistema porfirista permitió el funcionamiento de las relaciones entre el ejecutivo y el legislativo, así como entre el gobierno federal, los estados y los diferentes actores políticos, lográndose con ello la estabilidad suficiente para el impulso del crecimiento económico. Sin embargo, la república democrática establecida en la Constitución (las libertades políticas y la representación popular) estuvo ausente durante el Porfiriato, siempre pospuesto y supeditado al logro del desarrollo económico.

 

CONCILIACIÓN POLÍTICA PORFIRISTA

Una idea rectora del programa de Díaz fue el progreso material del país, objetivo que implicaba a su vez la paz y la estabilidad como condiciones para el fomento de la economía y la inversión extranjera. Por lo que estuvo dispuesto a ceder privilegios y establecer alianzas con los grupos políticos que había enfrentado en otros tiempos.
En la construcción de este proyecto, Díaz utilizó diversos medios: sus relaciones familiares; el otorgamiento de beneficios económicos como subsidios, puestos públicos; así como reformas políticas (sin transformar la Constitución) y el uso de la fuerza.  Sin embargo, nunca dejaron de existir la oposición de grupos políticos, de la prensa y de ciertos sectores del clero mexicano.

A través de la conciliación o negociación, Díaz logró el propósito de mantener cohesionados a los diferentes grupos liberales: los que lo apoyaron en la revuelta de Tuxtepec, así como a los propios lerdistas juaristas e iglesistas. Su matrimonio con Carmen Romero, hija del lerdista Manuel Romero Rubio le permitió la adhesión de este grupo político. Además también atrajo a una parte de los conservadores, sobre todo a miembros de la iglesia católica.
El trato conciliador de Díaz con la Iglesia católica, le redituó la pasividad política y la colaboración de los conservadores católicos, sobre todo de sus miembros más destacados; a cambio la Iglesia aprovechó la tolerancia del gobierno e inició su reestructuración institucional.



Mesa directiva del Partido Católico Nacional.
Centralización del poder
Uno de los elementos principales del sistema político de Díaz lo constituyó la centralización del poder político, que en el ámbito nacional hizo depender los gobiernos estatales y municipales del poder federal central.
La centralización se expresó en el sistema electoral de la siguiente manera: los gobernadores tenían que elegir una representación federal de diputados y senadores al Congreso para apoyar la reelección de Díaz y en compensación ellos podían ejercer pleno dominio político en su territorio local.
Esta práctica se implementó en la distribución de las cuotas de poder a partir de los procesos electorales: los candidatos propietarios a diputados federales y a senadores, en su gran mayoría los imponía Porfirio Díaz a cambio otorgaba a los gobernadores la plena libertad de hacer las listas de candidatos a diputados para los congresos de sus estados y para el tribunal superior de justicia local. Los gobernadores tenían la tarea de garantizar la paz y la estabilidad en sus estados, en la solución de los conflictos de sedición y revuelta prevaleció la intervención federal.
El hecho de que los gobernadores ejercieran un fuerte dominio en su ámbito territorial significó un mayor control sobre la diversidad de los grupos políticos regionales, lo que se fue haciendo cada vez más notorio a partir de 1884, el inicio de la primera reelección de Díaz. En este fortalecimiento del poder local de los gobernadores jugaron un papel importante los jefes políticos, que eran intermediarios de los gobernadores con los municipios, y algunos dependían directamente del mando de Díaz para manipular a los alcaldes en los procesos electorales.

El Palacio Nacional de la ciudad de México durante el aniversario de la batalla de Puebla (1884-1885).


Autoritarismo

Díaz justificó la represión cuando consideró que los actores políticos o sociales habían optado por la sedición o la rebelión, es decir, cuando ya no era posible recurrir a la conciliación o negociación; el otro aspecto de la justificación radicaba en que el objetivo del progreso económiz<co exigía anteponer la paz y la estabilidad a cualquier discordia política o social. Todo podía ser tolerado y negociado excepto la sedición y la revuelta.
La decisión de hacer respetar este elemento del sistema político se demostró en varios momentos del Porfiriato, por ejemplo el fusilamiento de nueve oficiales lerdistas en 1879 por órdenes del gobernador de Veracruz quien a su vez recibió de Díaz la instrucción de “Mátelos en caliente” para castigar la sublevación militar; la represión de rebeliones en el Valle del Yaqui y en Tomóchic, o de las huelgas de los trabajadores de las minas de Cananea, Sonora y los obreros textiles de Río Blanco, Veracruz.
Como en los otros elementos del sistema político de Díaz, también el trato político hacia una parte de la prensa se estructuró en función de asegurar las reelecciones y de evitar rebeliones. Este fue el propósito de la política de subsidios; se ejerció de una forma centralizada desde la Secretaría de Gobernación, los gobernadores recibían los subsidios para periódicos acordes con el gobierno de Díaz.


Líderes de trabajadores mineros que fueron enviados a San Juan de Ulúa, Porfiriato.


Ya desde la primera reelección de Díaz fue notorio el apoyo que recibió de periódicos oficialistas como La Libertad, La Reforma, La Prensa. Algunos, al inicio apoyaron a Díaz pero después se volvieron críticos, como El Ahuizote. Otros periódicos que también favorecieron al gobierno de Díaz fueron los de las colonias extranjeras residentes en nuestro país, que a la vez eran voceros de los inversionistas extranjeros y les interesaba la continuidad del gobierno porfirista.
En los años de 1892 y 1893, como parte de la censura a las posiciones antirreeleccionistas de la prensa, en la capital son clausurados los periódicos El Demócrata, El 93 y La Oposición. A partir de 1900 destaca el periódico Regeneración dirigido por los hermanos Flores Magón. La persecución se intensifica, ejemplo de ello son las aprehensiones de los redactores de El Hijo del Ahuizote y El Alacrán.

“La Aurora de la libertad” Caricatura, El Ahuizote 1876.

Positivismo durante el Porfiriato
La base ideológica más importante del Porfiriato fue el positivismo, corriente filosófica, sociológica e histórica que surge en el siglo XIX, en Francia con August Comte y Emile Durkheim, en Inglaterra con Herbert Spencer, entre otros.
El positivismo es una ideología conservadora que tiene como fin el establecimiento de un “orden” en la sociedad. “El francés Comte opuso a la ideología revolucionaria de libertad sin límite, la idea de una libertad ordenada, de una libertad que sirviera al orden. A la idea de igualdad opuso la idea de jerarquía social. Ningún hombre es igual a otro; todos los hombres tienen un determinado puesto social. Este lugar social estaba determinado por el trabajo y las capacidades de cada uno. Comte considera que es necesario que haya en la sociedad hombres que dirijan y trabajadores que obedezcan.
La sociedad tiene que estar por encima de los intereses de los individuos. En ellas los filósofos y los sabios bien preparados deberán dirigirla dentro del orden más estricto, conduciéndola hacia el progreso más alto. Este ideal de orden social fue traído a México como una política nacional. Una cultura elitista, afrancesada y profundamente avergonzada de nuestra tradición indígena, fue la cultura de la elite, que se recreaba en una pretendida modernidad de la cual habían sido excluidos la mayoría de los mexicanos.” (Martínez Lira, El porfiriato. 5-6).

El positivismo fue introducido en México por Gabino Barreda, Porfirio Parra, Pablo Macedo, Justo Sierra, Joaquín D. Casasús, José Yves Limantour, Emilio Rabasa, entre otros.  Los positivistas mexicanos o “científicos” ejercieron una gran influencia en la orientación política y administrativa del gobierno porfirista, ello se debe a que muchos de ellos ascendieron a los más altos niveles de la burocracia y de la escala social y se convirtieron en importantes asesores de Porfirio Díaz.
Señala María Eugenia Martínez Lira: “Los intelectuales porfiristas herederos de Gabino Barreda, hicieron numerosas interpretaciones del porfiriato, que disfrazadas de “ciencia” positiva tendían a justificar el sistema, no solo en el sentido de probar la necesidad histórica de una dictadura ilustrada en un país de analfabetos; sino considerando indispensable que la clase que conociendo la ciencia positiva del buen gobierno, fuera la única autorizada para hacerlo: “los científicos”.
Para los positivistas el orden social y progreso en México no era posible alcanzarla con un gobierno democrático y protector de las libertades individuales, más bien había que hacerlo por la vía de un gobierno fuerte y autoritario, lo que en realidad sería la dictadura.



El gabinete de Porfirio Díaz, conocidos como “los Científicos” (1910).





Economía

Economía

Este período se caracterizó por un nuevo tipo de colonialismo, en el que los grandes países capitalistas de Europa y Estados Unidos ya no se preocuparon por controlar de manera directa el mundo, sino que lo hicieron mediante de apropiación de sus recursos y fuerzas productivas, como la tierras, los minerales, los metales preciosos, la fuerza de trabajo entre otros.
Las necesidades de los países industrializados aceleraron la producción y exportación de alimentos y materias primas. Así como los países periféricos implementaron medidas económicas favorables al capital extranjero, con lo que convirtió en países monoexportadores de café, azúcar, trigo, algodón, estaño, entre otros.
En américa latina este período se caracterizó por que sus élites políticas adoptaron, en manera entusiasta, las políticas librecambistas de apertura no mercados, promovidas por los países metropolitanos. La producción de materias primas para exportación atrajo la inversión extranjera a la región.

 Inversiones extranjeras, exportación y desequilibrio regionales.
Para conseguir el crecimiento económico de México, durante el período se promovieron políticas liberalizadoras de la economía nacional y se abrieron las puertas de México al capital extranjero. Los capitales, poco a poco, empezaron arribar al país, procedente de las principales potencias económicas. Gracias al capital extranjero, el país experimento un extraordinario crecimiento economía, pero esto, a su vez, género nuevos problemas. El crecimiento económico solo favoreció a unas regiones en México, provocando grandes contrastes: unas regiones con grandes progresos económicos, enfretadas a otras con grandes atrasos. La riqueza generada en estos años, por otro lado, no impactó de manera significativa en los amplios sectores de la población y se incremento en unas cuantas manos. Esto dio lugar a grandes tensiones y malestares, que a la larga se expresaron en el movimiento revolucionario de 1910.
 Las puertas del país fueron abiertas al capital extranjero y su arribo masivo hizo posible la espectacular transformación económica registrada. Fue tal la importancia del capital extranjero, que la suerte de las regiones, de sus élites y poblaciones, quedó marcada por la forma en que se insertarno al mercado nacional e internacio. Así, de manera paulatina, los núcleos de poder político y económico fueron adquiriendo nuevos rostros. El norte del país irrupió con fuerza desplazando a regiones anteriormente protagónicas como las había sido el Bajío.

 El capital extranjero dominaba, casi de manera absoluta, la minería, la explotación petrolera, la banca y los ferrocarriles; diversos rubros económicos registraron un extraordinario crecimiento: en 20 años, se triplicó la producción de plata; el valor de la producción de cobre pasó de 260 mil a 32 millones de pesos; en tanto la producción de henequén se disparó a de tres mil pacas anuales al iniciar el Porfiriato a un millón de sacaste al finalizar el régimen.
 El crecimiento económico fue un promedio de 2.7% anual, llegando a 3.3% en 1900-1910. Hubo sectores particularmente dinámicos como el minero que creció, entre 1877-1901, 7.3%; las exportaciones agrícolas crecieron 6.1%, en tanto que la agricultura en general tuvo un incremento global de 0.5%.


Modernización nacional.
Los avances tecnológicos más importantes de la época arribaron a nuestro país y lo transformaron de manera sensible. La modernización Porfirista se vio claramente reflejada en dos ámbitos de la vida nacional: El económico y el administrativo
el crecimiento económico, impacto ciertos rubros de la economía nacional. En lo administrativo, el gobierno retomó el control directo del territorio nacional y el estado nacional se fortaleció, en detrimento de los países federalistas consogrados en la constitución de 1857.
La modernización económica registrada fue posible, entre otros factore, gracias a la expansión del ferrocarril, y al tenido de las redes telegráficas y telefónicas. El ferrocarril era considerado "la palanca del progreso", y durante el Porfiriato México cubrió su territorio con vías de acero, de norte a sur y en este a oeste.
Como resultado a lo anterior, las exportaciones hacía Estados Unidos se vieron notablemente favorecidas con el ferrocarril, al finalizar el siglo XIX, alrededor de 70% del total de las exportaciones mexicanas tenían como destino el vecino país del norte. Esto provocó una estrecha dependencia económica hacia Estados Unidos, circunstancias que hizo que Porfirio Díaz exclamara "Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos"


Economía 







La sociedad

La sociedad 

El primero y más importante sector social del Porfiriato fue el de los latifundistas (hacendados), pues el sector empresarial mexicano era escaso y débil. Para los hacendados, se promovieron diversas leyes que tendieron que eliminar el límite a la propiedad privada y a la obligación no sus propietarios de cultivar toda la tierra poseída, además no su política de colonización favorable para extranjeros, mediante la formación de compañías deslindadoras lo que a qué vez provocó la concentración de la propiedad de la tierra de unas cuántas familias. A la vuelta de los años, las grandes haciendas se vieron fortalecidas. Muchas de estar propiedades se incrementaron mediante el despojo a las comunidades indignas. Al respecto, Fredrich Katz ha calculado que aproximadamente 95% de las aldeas comunales perdieron pues tierras mediante el período.



Es importante mencionar el papel social, de facto, desempeñado por los grandes hacendados durante el Porfiriato, pues el estado delegó  en ellos una serie de atribuciones públicas, que los convirtió en el sector que detentaba el control social, político incluso militar en la población rural. Los abuso cometidos provocaron un profundo malestar entre los campesinos, particularmente en lo relativo al despojo de la propiedad comunal.




En términos generales, podemos señalar que había cuatro clases en trabajadores en las haciendas del período: los peones acasillados o gañanes, de residencia permanente; los trabajadores eventuales; los arrendatarios y los medieros o aparceros. Si bien las condiciones de vida y de trabajo de los campesinos variaban mucho de una región a otra, podemos señalar ciertas características generales que distinguieron la vida en el campo durante el Porfiriato. El pago a los trabajadores del campo se hacía, por lo general, en dinero y en especie, esto últimos mediante las llamadas tiendas de raya, propiedad del hacendado, el endeudamiento al que con frecuencia recurrían los campesinos, los obligaban a permanecer a las haciendas, teniendo así garantizado el hacendado la mano de obra para su finca. Además como la deudas contraídas con el patrón eran hereditarias, ello dio lugar a grandes abusos y arbitrariedades, lo que sembró un profundo malestar en amplias regiones del país, y su abolición fue unas de las demandas de la Revolución de 1910.




Crisis política y económica

CRISIS POLÍTICA Y ECONÓMICA

A partir de 1905 México inicio un periodo de inestabilidad social y política, mismo que se complico con la crisis mundial de 1907, cuyo epicentro se registró en Estados Unidos. Como la economía mexicana dependía en gran medida de la estadounidense, cuando esta entro en una sebera crisis, México resulto gravemente afectado. A partir de 1907, México y buena parte del mundo entro en una crisis económica. En el caso mexicano, esto coincidió con una crisis política, social y agrícola (hubo malas cosechas en 1908 y 1909) que, juntas, hicieron que estallara la revolución social iniciada en 1910.



Los efectos de la crisis económica se dejaron sentir con la salida de capitales extranjeros,  el cierre de negocios, industrias y comercios. Las deudas que hacendados e industriales tenían con los bancos no pudieron ser cubiertas, los créditos fueron disminuidos y hubo problemas de liquidez, por lo que inicio también una crisis financiera.

Movimientos sociales

Movimientos sociales que surgieron en el Porfiriato

En medio de una profunda crisis económica, política y social, el malestar de los diversos grupos sociales se fue agudizando y se expresó de diversas maneras. Los sectores ilustrados y algunos integrantes de las clases medias empezaron a promover periódicos críticos e independientes del gobierno; ahí asumieron la defensa de la soberanía nacional (ante el embate de los capitales extranjeros) y de los intereses de los obreros y campesinos; en dichos periódicos también fueron denunciados los abusos cometidos por el gobierno porfirista.

Uno de los periódicos más combativos de este periodo fue Regeneración, fundado por los hermanos Flores Magón, mismo que fue objeto de represión.


A través de la prensa crítica (clandestina en la mayoría de los casos) y de los clubes liberales que se fueron formando, la sociedad tomaba clara conciencia de los problemas políticos y sociales que aquejaban al país. Se empezaron a denunciar los abusos y masacres cometidos durante el Porfiriato, como el acontecido al inicial la década de 1890 en un pequeño pueblo de la sierra tarahumara, en Chihuahua, llamado Tomochic, donde poco más de un centenar de sus habitantes murieron masacrados al defender su autonomía y dignidad, levantándose en armas en contra de la dictadura porfirista; o las huelgas de Cananea y Rio Blanco que se dieron a principios del siglo XX  las cuales fueron de extraordinaria importancia y marcaron la historia del origen del movimiento obrero mexicano.


Durante la Dictadura Porfirista se prohibió a los trabajadores que formaran organizaciones o iniciaran cualquier revuelta o manifestación para defender sus derechos laborales, castigándose con multas e inclusive prisión, a quienes desobedecieran.

No obstante esta prohibición en junio de 1906, en el estado de Sonora, trabajadores de las Minas de Cananea hicieron estallar una huelga por salarios más altos y trato igualitario para trabajadores mexicanos, que en comparación con los empleados norteamericanos padecían discriminación. Varios trabajadores murieron y otros fueron heridos.


Pese a esta situación al año siguiente otra importante huelga estalló. En enero de 1907, en la región de Orizaba, en el Estado de Veracruz, trabajadores de las fábricas textiles de Río Blanco, se pusieron en huelga por las malas condiciones de trabajo a que eran sometidos; entre las que se contaban jornadas de 12 horas, salarios sometidos a multas, y control sobre las actividades que realizaban los trabajadores, el resultado fue un importante número de heridos y muertos.


A pesar de éstos episodios trágicos, las movilizaciones por parte de los trabajadores continuó presentándose; La defensa y lucha por sus derechos laborales básicos no dejó de darse, por mucho tiempo.